BERNARDO PÉREZ DE SARO

Nuestro querido Cristóbal Cózar, pretendiendo como siempre enriquecer esta entrañable página con personajes facinenses que dejaron poso, me pide que escriba una semblanza que sirva como homenaje perpetuo a Bernardo Pérez de Saro y, naturalmente, a ello me presto con sumo gusto.

     Nace en Facinas en el año 1933 siendo alcalde su padre, Juan Pérez Álvarez, el mejor alcalde que tuvo la II República, al que debemos, entre otras cosas, el magnífico PASEO a dos niveles y la llamada “Baranda” que antes fue una escalinata a la que llamábamos “Los escalones”, obras que dieron mucho trabajo y embellecieron una buena parte de nuestro pueblo porque se hicieron sobre lo que eran barrancos con grandes peñascos. (Aprovecho esta oportunidad para reiterar una vez más que el Paseo debería llevar su nombre como homenaje perpetuo, porque este hombre, padre de familia, trabajador, honrado y, en definitiva, un hombre bueno, le asesinaron por el grave “delito” de defender sus ideales y prestar un eficaz servicio a su pueblo.

         Bernardo desde niño, debido a sus circunstancias familiares, huérfano de padre cuando sólo contaba tres años de edad, se fue forjando paulatinamente en las adversidades y muy pronto comenzó a ayudar a su madre, heredera del negocio de transportes de viajeros ”La Tartana” que dirigía su padre cuando le asesinaron y que años después, cuando Comes cogió la exclusiva, pasó a ser empleada de esta gran empresa, cuyo puesto ocupó Bernardo a la jubilación de su madre, primero como administrador en Facinas y después pasó a las oficinas centrales del Campo de Gibraltar, en Algeciras adonde llegó a tener relaciones de amistad importantes dado su carácter afable y correcto comportamiento responsable y educado. Uno de sus buenos amigos, Gervasio Hernández Palomeque, también lo es mío, al que conoció cuando ejercía de Inspector de Enseñanza en el Campo de Gibraltar, y después alcanzó el importante cargo de Presidente de la Diputación de Cádiz por el PSOE en las primeras elecciones democráticas de la Transición. (Apoyó la condecoración que me fue concedida por el Gobierno de la Nación de la Medalla de Plata al Mérito en el Trabajo) dejando constancia en sesión plenaria de la que tuvo la gentileza de enviarme certificación)

        Nuestro personaje, Bernardo Pérez de Saro fue un enamorado de nuestra tierra y, sin algaradas ni ostentaciones sino calladamente, sirvió a Facinas con eficacia. Durante muchos años juntamente con mi hermana Antoñita Notario, se ocupó de los cultos de nuestra Patrona la Divina Pastora tanto internos como externos, buscaba los cargadores para la procesión y los dirigía. Ambos, sin asociación ni cuotas fijas adquirieron las seis magníficas ánforas que embellecen el altar en las fiestas de la Patrona y, cuando se dieron cuenta de que la primitiva imagen del año 1928 se deterioraba, en evitación  de que sufriera más daños, adquirieron la réplica que sale procesionalmente. Para salir adelante económicamente, además de pedir donativos, todos los sábados hacían participaciones de lotería nacional que se vendían en la tienda de Antoñita.

          Si en su faceta laboral Bernardo fue un empleado responsable, respetuoso y amable en su trabajo, aún más lo fue en el familiar, primero con su madre, apoyándola y mimándola siempre y últimamente fue un ejemplo en el comportamiento como hermano y tío responsable cuando su cuñado, Antonio Moreno, el bueno, como yo le decía, cayó enfermo para no levantarse más. Bernardo se dio cuenta de la necesidad que su hermana Fermina y sus sobrinas, a las que adoraba, tenían  de su protección y ayuda y no dudó en poner manos a la obra, lo que hizo hasta el fatídico día del accidente de automóvil  que fue la causa de su muerte.   

           Se enterró en su querida Facinas, el día 1º de Marzo de 1993 (fecha que se recordará siempre en Facinas como el día de la gran nevada) y después de la santa Misa y oficios, el pueblo cantó el himno a la Divina Pastora que tantas  veces cantara él:

              “Salve Divina Pastora, dulce virgen nazarena.

              Bendita seas madre buena. Míranos bella Señora”

  Juan Antonio Notario Rondón